La policía y el ejército ya empezaron sistemáticamente reprimir las manifestaciones que exigen el retorno del presidente Zelaya a Honduras. Cerrados los canales oficiales de televisión, cortada la energía eléctrica en un principio, la Internet, la telefonía, cerradas emisoras. Lo único que se ve en la televisión que funciona en Honduras son canales transmitiendo “comiquitas” y programas de variedades, como ocurriera en el 2.002 en Venezuela, durante el golpe de Estado. La derecha política en Venezuela, opositora al gobierno de Hugo Chávez, ya está empezado su campaña para justificar el golpe de Estado en ese país, montada en la ola anímica de soñar con que el fenómeno se contagie hasta nuestras fronteras. Mira la forma cómo defenestran a un presidente y eso la entusiasma, hace que pierda el seso, que sienta orgasmos. Y nada que dice que tiene frente a sus ojos el verdadero comportamiento de un estado represor y confiscador, lo cual nada tiene que ver con el respeto a sus derechos que el gobierno venezolano le dispensa cuando ella, la oposición, marcha o manifiesta sus inconformidades. Arma un escándalo a veces porque un funcionario policial la roza con su uniforme, clamando al cielo el porqué de tan salvaje dictadura. Esto sí: Chávez el dictador, asesino, cerrador de canales, cultivador de presos políticos, etc.





Antonio Ledezma, actual Alcalde Mayor, antiguo jefe de policía cuando con los adecos y copeyanos se masacraban realmente estudiantes, hoy anda en Nueva York pregonando que “se nos ha arrebatado” la democracia y que el gobierno de Venezuela es una “verdadera pesadilla” que “no es solamente una amenaza para Venezuela sino para nuestro continente, yo diría que incluso para la paz mundial". Abrió su triste pico en la Sociedad de las Américas, una cofradía institucional de la “democracia” donde hace poco se plantó también el vecino ministro de la defensa de Colombia, mister Santos –si no me equivoco-, a hablar pestes de Latinoamérica, tirar puntas contra Venezuela y estirarle la bolsa del escroto a los gringos para que lo ayuden a cumplir sus sueños de poseer un país con exclusividad, para ellos solitos, para regalar a discreción a quienes ellos consideren “progresistas”. ¡Vaya, vaya, vaya! Antonio Ledezma también jalando escrotos en EEUU! El pobre hombre cae en una paila de contradicciones cuando pide a gritos que lo ayuden a recuperar su país, es decir, sus viejas prebendas, y al mismo tiempo vuelve sobre sus pasos para decir algo así como “mosca, yo no estoy pidiendo que nos intervengan en Venezuela” (“no estamos pidiendo que ningún país intervenga en nuestros asuntos domésticos"). ¡Qué barbaridad! Supongo que en la intimidad se pasará la mano por la pelona de cabeza que tiene y murmurará en sus silencios: ¡Qué astuto soy! ¡Amo la política! ¡Cómo le digo a todo el mundo estúpido que le metan la mano a Venezuela en nombre de la democracia y cómo al mismo tiempo aparezco como candidato a estatuas de inmortalización política! ¡Dios, con los sofismas y silogismo! ¡El arte de la política es un conspirar perpetuo utilizando las fórmulas de la convención! ¡Es demasiado, excelso…! ¡¡Merezco ser presidente de Venezuela, caramba!! ¡¡Ledezma, Ledezma, Ledezma!! ¡Hurra! Amplíe más sobre el personaje en Nueva York aquí:
¿30 ó 40 muertos? ¿No parece demasiado? ¡Ah, que son indígenas, habitantes primeros de las tierras, y valen menos, en consecuencia! ¿Que fue en un enfrentamiento que puso en peligro el “sistema” democrático nacional? Malo…, ¿y la “nación” no viene de sedimento de nacionalidades, de valores idiosincrásicos, siendo los originarios actores de primera, por consiguiente, por lógica aplastante? Igual se puede decir que matar a tantas personas que protestan pone en jaque lo que el gobierno peruano y sus autoridades llaman “democracia”. ¿O es que Alan García y su gobierno neoliberal decide quién es ciudadano en su país, lo cual lo faculta para matar como perros a los que no llenen tal condición? El gobierno de Perú es indignante, asesino, apartheid con los sectores indígenas, lo cual no se concilia con su pasado indio preconquista. Uno se pregunta cómo semejante monigote se soporta todavía en el poder, esa suerte de último rezago o bastión –junto a Colombia- del neoliberalismo a ultranza en Suramérica. ¿Cómo lo logra? ¿Cómo es que un asesino anda así por la calle sin que la gente se indigne y no lo escupa en la cara? ¿Cómo gana elecciones Alan García? ¡Vamos, pueblo peruano, dame una respuesta! ¿Es que no les avergüenza este anacrónico dinosaurio que tienen como presidente, ahora argumentando que el Perú esta siendo objeto de una conspiración internacional? Ha poco faltará para que diga que fue Chávez el responsable, encebadito como está contra lo que huela a cambio en América Latina. La verdad es que no se sabe qué pensar. Un gordo presidente peruano con rasgos indios matando indígenas, alojando asesinos internacionales, corruptos y golpista de toda calaña en su país, de paso poniéndose bravo porque Nicaragua parece querer asilar al líder indígena que se salvó de la matanza. ¡Coño, estoy indignado! ¿Es que las naciones indias no pueden querer cuidar su hábitat de la devastación neoliberal transnacional, más cuanto si Perú es firmante de una cláusula en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que contempla que deberá solicitar permisos a los locales para explotar sus recursos naturales? El Perú político tradicional tiene sus días contados; la Patria Grande tiene que cambiar.







