EEUU ha tenido sus logros contra la OPEP, en su eterna búsqueda de debilitarla para luego disfrutar de un petróleo regalado. No se lo oculta; no se anda por las ramas. Ya Reagan lo había manifestado: buena es la OPEP arrodillada. Y ese trabajo se concreta a atacar por separado a sus miembros, llámese Venezuela, Irán o cualquiera que ofrezca un flanco de debilidad ante su descomunal poder militar. (Ya sabemos que no se meten con países que los puedan rasguñar). Por ejemplo, Irak: volvieron añicos a ese país y se apoderaron de sus yacimientos, sacándolos de las cuentas de la OPEP. Lo mismo intentan con Venezuela e Irán, países que se les han rebelado. Y ha poco, la semana pasada, lograron intimidar a un pequeño país productor miembro de la organización: Indonesia. Presionaron y presionaron hasta que lo obligaron a renunciar a la OPEP. La idea es desintegrar el gremio y bajar los precios. Pero la cosa, a pesar de sus éxitos militares y bajas presiones, no parece prosperar en el sentido que a ellos les gustaría observar: los precios se disparan y los miembros fundamentales del cártel cada vez se afincan más en el grupo, descubriendo hasta más petróleo. (Su sueño final es darle un palo cochinero a Arabia Saudita). Ecuador anda que se suma. Venezuela cada vez más descubre petróleo. Brasil, que no es miembro de la OPEP, descubre aquí y allá yacimientos, no extrañando que en cualquier momento ingrese al gremio. A México, que no ha pertenecido a la OPEP y ha sido ficha petrolera de los EEUU, le resta petróleo por un periodo de unos veinte años. De modo que el panorama no es muy halagüeño para la potencia del norte, a pesar de sus marramuncias. Lo mejor que podrán hacer, dada su desesperación, es empezar a buscar petróleo debajo de los mares, pero… ¡hay que trabajar, compadre, y sale muy caro!
LA ONU CONTRA LA HUMANIDAD
Hace 1 mes
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