Cuando el diputado Earle Herrera le dio hasta con el tobo al diputado Alfonso Marquina, después que éste intentó lucirse con un discurso al estilo betancourista, no pudimos imaginarnos que un capítulo así de humillante se repitiera nuevamente en la Asamblea Nacional. Y me refiero al frentazo que hoy le dio Diosdado Cabello a Julio Borges, por demás tajante, paralizante, avergonzante. En el primer capítulo mencionado, el diputado Herrera le tapó la boca a Marquina cuando intentó balbucear que el Presidente de República y su gestión era el responsable de no se sabe cuántos muertos: simplemente le dijo que gente como él, como Alfonso Marquina, es decir, su partido político de la IV República, lanzó a Víctor Soto Rojas desde un helicóptero, por el simple delito de disentir. Vea imágenes:
Pero descubro que los bochornosos capítulos para el ego opositor se repiten, e infiero un triste papel para los diputado opositores en la Asamblea Nacional en lo sucesivo, cada vez que procuren abrir la boca para decir cualquier cosa de cualquier modo, es decir, sin la ética y responsabilidad por el discurso. Hoy ocurrió que Julio Borges intentó lucirse durante veinte minutos con un discurso de ataque que él en algún momento se imaginó tendría repercusión histórica, como pieza de oratoria que evidencia las llagas del enemigo (Hugo Chávez y su gestión de gobierno). No tuvo escrúpulo alguno para aseverar, entre otras acusaciones, que el gobierno de Chávez era sostenido por una izquierda financiera (los diputados presentes), que regalaba el dinero de la renta petrolera al extranjero y, de paso, moteó al Presidente de la República como “don Regalón”. La respuesta del diputado Diosdado fue fulminante: presentó documentación con la firma de Borges recibiendo 25 millones de bolívares (y más) para su organización Primero Justicia de parte de la industria petrolera de su tiempo amado, la IV República, cosa que no abominó el diputado cuando dijo que PDVSA hoy regalaba dinero. La reacción de Borges fue penosa: corrió a la tarima, gritó, manoteó al Pdte. de la Asamblea Nacional, fue expulsado (luego lo perdonaron). Es una pena la condición moral de un político de semejante catadura. Su accionar se llama hablar sin ton ni son, sin integridad ni responsabilidad por lo expresado. Bicho con rabo de paja, criticando; tonto con techo de vidrio, lanzando piedras al vecino; es decir, se le aplica que lo que es bueno para el pavo, no lo es para él, quien es la pava. Tanta es la ceguera opositora, el odio o rabia, que no atinan a saber cómo y con qué pisan.
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