Como mucho venezolano durante estas fechas conmemorativas, dramáticas e históricas en el avatar del país, me encuentro leyendo y registrando la historia. Un amigo medio escualidón me critica que me la pase reaflorando anacronismos, cosas que murieron para él hace tiempo, y me recomienda, de paso, que piense en otros asuntos, como en las elecciones y los futuros votos. De inmediato no pude evitar pensar en el diputado aquel de cejas pobladas y calvicie pronunciada durante una sesión de la Asamblea Nacional, cuando ironizó sobre la “recordadera” del pasado, afirmando que el parlamento no era ninguna academia de la historia. Me dije: “Es que la verdad les molesta, como una piedrita en el zapato, y hasta los expone a la pena ajena”. No quieren recordar, no quieren que les nombren la soga del ahorcado en el hogar de su credencial democrática fallecida. Y, sin embargo, allí están, sin pena ni gloria ocupando escaños en la misma Asamblea Nacional que una vez disolvieran. ¡Patanes! La lectura de cuatro insólitos editoriales de los medios golpistas que precipitaron el derrocamiento del presidente Hugo Chávez, correspondientes a los días 12 y 13 de abril de 2002, me afincan más en la pena humana que siento por esos bichitos políticos que parecen buscar con desespero sumir sus cabezas en las aguas del Leteo, para aliviar un poco la incoherencia, indignidad y contrasentido que los aquejan. Resumo. (1) Día 12 de abril, El Universal (editorial titulado “Pudo evitarse”): retrata a Chávez como el feroz asesino y llama a enjuiciarlo, aseverando al final que sin justicia no puede haber en Venezuela reconstrucción nacional. (2) Día 12, El Nacional (“Los muertos de Hugo”): pinta a un Chávez con problemas mentales, consecuente criminal, y se preocupa por el daño estructural que como loco hizo al país, afectando su imagen de surtidor confiable de petróleo. (3) Día 12, Tal Cual (“Chao Hugo”): Llama a Chávez “Hugo Cadena” y Chacumbele, y pide a gritos justicia, además de celebrar la abolición de los poderes del Estado. (4) Día 13, El Nacional (“Retos y cómplices”): inviste a Carmona Estanga como presidente, habla de la reconstrucción futura del país, pide justicia y se aterra por las probables semillas de odio chavista que pudo haber dejado el dictador en la sociedad. Después de leer, estupefacto, ansío tener a mi lado al amigo escualidón para mostrarle semejantes escritos espurios y compadecerme algo de su posición, y decirle que es fácil comprender el porqué de no querer recordar. Pero voy más allá y pienso en la impunidad, en la desazón de saber a los reales criminales sueltos, y digo para mis adentros que deberíamos hacerle caso a esos editoriales cuando pidieron justicia y exclamar, como lo hizo El Universal, que “Sin estas responsabilidades [establecidas] no puede haber reconstrucción nacional."
LA ONU CONTRA LA HUMANIDAD
Hace 1 mes
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