Carlos Andrés Pérez y su muerte en Venezuela

El asunto, visto sin recordar el pasado, parece de decisión fácil. Carlos Andrés Pérez, después de sufrir un patatús y quedar supuestamente al borde de la muerte, pidió al Gobierno Nacional que lo deje vivir sus últimos días en Venezuela. De buenas a primeras, luce hasta cruel no complacer una petición tan pía para un hombre que fue figura de las principales en la conducción del país durante el medio siglo pasado. Un pedazo de historia de Venezuela, pues, como tanto él mismo se procuraba regalarse cuando se ensalzaba como figura histórica contemporánea de Venezuela. Pero la torta se voltea cuando se recuerda que durante su gestión, jovencito él, mucha gente sufrió por causa de sus asesinatos, amparado por un sistema "democrático" que castigaba con la muerte -de verdad verdad- la disidencia política. Son demasiado los dolientes a ofender con su regreso final al país, a sí sea para morirse. Para quien no recibe castigo por sus crímenes quizás se le gane una dejándole de complacer su último deseo. Los muertos a su cargo no tuvieron la oportunidad de pedir un último deseo. El Ejecutivo dirá. Mientras tanto, lo que quedó de su partido, en manos de Ramos Allup, se la juega para poner en tela de juicio la humanista magnanimidad de gobierno, jugando también a levantar, en tiempo electoral, la ruinosa moral del partido Acción Democrática, inyectándole el algo de savia que todavía queda en lo que muere.
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