La oposición política venezolana, como siempre, anda por allí sin argumentos, criticando por criticar, oponiéndose por oponerse. Háblese de enmienda o de lo que sea. Ella se opone porque es oposición, como si fuera una lección que repite un niño, al caletre. Es oposicionismo. Su juego es oír al presidente y ponerse a practicar en casa el rebatimiento de sus argumentos frente a sus eventuales cámaras de televisión. O rebatir también lo que no haya dicho el presidente: todo vale. Vea lo de la enmienda constitucional para reelegir a Hugo Chávez. Desde un principio sus gritos llegaban al cielo: Chávez se eternizaría en el poder, mezquinamente, él solito, arguyendo que tal cosa no es democracia sino dictadura, por supuesto, siempre obviando que no se puede incurrir en dictadura cuando son las mayorías quienes deciden el destino de un funcionario público. Y ahora que Chávez extiende su propuesta a gobernadores, alcaldes, diputados y hasta para los legisladores regionales, resulta que el presidente se quiere eternizar en el cargo con comitiva y todo. ¡No me jodan! Vayan a hacer oposición en el infierno, si eso es lo que comprenden por política. ¿Hasta cuando, señor, con estos parias de las ideas? Políticos de a locha, sin ideas propias, sin programas, hasta con el alma prestada? Parecen borricos caminando por las sabanas mordisqueando la hierba: joder por joder. ¿Cuál es el miedo? ¿No y que Chávez no tiene gente y está “caído”, como se la han pasado diciendo desde el principio de su gobierno? ¿Cuál es el rollo con la reelección, carajo, si estamos de acuerdo que es la mayoría quien manda y decide? ¿Es que quienes votan por Chávez no son gente, mucho menos ciudadanos, como ellos sí lo son, los refinados de la oposición política venezolana? ¿Por qué si pueden reelegirse Uribe, Bush y cualquier otro paquete de la derecha política mundial? Caramba… Definitivamente nuestra oposición política no tiene sentido sino del ridículo.
LA ONU CONTRA LA HUMANIDAD
Hace 1 mes
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