A la hora presente no me explico cómo es que unos 5 millones de votantes venezolanos se inclinaron por la oposición en la última medición electoral. Es decir, recientemente, cuando el tema de la reelección. Señores, ¿cómo carajos inclinarnos por una franquicia política que quiere seguir haciendo del ejercicio de asumir responsabilidades de cargo de elección popular como una oportunidad para el robo y el enriquecimiento personal, tomando los dineros de sus votantes para su propio peculio, del modo más abierto posible? Coño, que alguien me explique cuál es el encanto político de una oposición política que se restea con defender figuras como las descritas, ergo Manuel Rosales, como si los reales que bichos como esos se embolsillan fueran para su propio provecho. ¿Es posible que haya 5 millones de personas en el país que estén de acuerdo con semejante delincuente, con Manuel Rosales, es decir, con las vergonzosas practicas de la IV República, consistentes en robo, muerte, humillaciones, ventas de patrias, concesión de petróleo y abuso en todas sus expresiones? ¿Es ese el argumento que proponen para que yo o cualquier otro nos cambiemos de “bando”, seducidos por tan tremendas acciones de "prosperidad” humana? ¡No me jodan! Defender a Rosales, dueño de más de diez fincas en Zulia, un centro comercial en Florida, además de tres quintas, sobre la base de un sueldo de gobernador, es una temeridad sólo explicable por el fanatismo de llevarle la contraria por llevársela al “régimen”, que es como conviene el oposicionismo en llamar al gobierno presidido por Hugo Chávez. Me perdonen o no, se los digo: si es así, que pretendan elevar semejante irracionalidad como elemento de agenda o convicción política, son ustedes, señores oposicionistas, cinco millones de cagadas, ni más ni menos, cuya ceguera los lleva a tomar pasado por futuro y heces fecales por alimentos. El tipo se burlo de ti y de mí, se fugó hacia el Perú y se dispone en lo sucesivo, mientras por aquí lo beatifican, a disfrutar de los millones de dólares que le robó al Estado venezolano, léase, a los mismos maracuchos, quienes se las dan de muy vivarachos y no pasan de ser unos rolos de pendejos, con el perdón de los inocentes. Nunca me parecerá patriótico que un delincuente le vaya a hacer compañía a otro en el mismo hoyo, es decir, a Carlos Ortega (la CTV, ¿se acuerdan?), quien ya hace vida en Perú desde que también se fugó de Venezuela.
LA ONU CONTRA LA HUMANIDAD
Hace 1 mes
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