Ya en una ocasión escribí sobre la vaina. Todo partió de un correo que me envió un amigo y que ahora veo como pan caliente dándole la vuelta al orbe internáutico. No agrego más nada a lo peligroso que puede resultar el hecho en la mente de una generación de estadounidenses que mañana serán soldados, políticos, votantes y opinión pública. Eso no amerita mayor esfuerzo de reflexión en cuanto a peligrosidad. Vendrán por nosotros y punto, según se desprende de sus preparaciones. Somos el combustible y la geoestrategia que ellos requerirán, por más que una mente entuerta se esfuerce en pintarnos a los norteamericanos como almas de dios. Lo que agregaré en esta oportunidad es la actitud putesca de organizaciones que presumiblemente han de ser imparciales y lo que hacen es fungir como instrumentos de la aventura arrasante imperial. Hablo de la ONU y similares. Hablo del acto ese ridículo de andar declarando patrimonio figuras tales de la humanidad. “Patrimonio Cultural”, “Patrimonio Histórico”, “Patrimonio Natural”. ¡Pamplinas! ¡Patrimonio imperial de los EEUU (por nombrar al cabecilla) y su camarilla será! Patrimonio susceptible de expropiación. Vienen, te toman las medidas, te declaran “patrimonio tal”, te norman y luego te archivan para una futura expropiación. Es lo que creo. Mientras vivas con un patrimonio tuyo al lado, pero patrimonio del mundo también, no podrás realmente sentirte dueño de un carajo. A lo más eres un custodio de una riqueza cuyo amo es de anonimato cósmico, cuyo fantasma algún día se hará carne y garra para reclamar lo suyo. La ONU es la gran puta de estos tiempos, nombrada hasta en la Biblia como la “gran ramera” o bestia de mil cabezas. Trabaja para un interés particular disimulándolo común y progresista. La prostitución es necesaria, porque ella contrasta a las mujeres probas. La prostitución es necesaria porque ella desagua la libido comprimida de los hombres. Amansa, tranquiliza. La ONU es de todos. ¡Requetepamplinas! La ONU nombra la Amazonia como figura tal para que se la cuidemos a otros (con todo lo bruto y salvaje que dicen los “blancos” somos), no la toquemos ni explotemos en nombre de una cultura de conservación sospechosa que nos imponen. ¡Qué idiota somos muchas veces! Es nuestra, la podemos explotar sustentablemente, sin necesidad de andar guardándosela a otros. ¡Patrimonio un carajo!
LA ONU CONTRA LA HUMANIDAD
Hace 1 mes
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