Vea usted cómo un presidente trabaja para las transnacionales, desesperadamente. George W. Bush quiere ahora sacar petróleo del mar, pidiéndole al congreso levantar la prohibición de explotación en altamar. La presión de las compañías petroleras −para quienes trabaja− al parecer se le ha hecho insoportable. Seguramente le dicen, como al propio payaso: "Eres un muerto, no tienes nada que perder, tu popularidad es 27%. Pide permisos para explotar el petróleo en la plataforma continental. Quien quita que lo logremos. Que digan que eres nuestro mico, ya no te raya más de lo que estás, pedazo de cebra". Y el hombrecito ahora está pidiendo por todas partes, aduciendo que hay 18.000 millones de barriles debajo del agua enterrados, diez años continuos de la actual producción de los EEUU. Se nos desesperó el hombre. La medida de no explotación en el mar tiene ya veinticinco años en los EEUU, pero el hombre quiere quebrar todas las estrategias energéticas de su país antes de irse. Como mira que el oro negro no fluye de Irak ni de Venezuela como es quisiera que fluya para su maquinaria industrial, el hombre pierde los estribos. ¡Petróleo, petróleo, petróleo...! Un congresista demócrata (Harry Reid) lo paró en seco: declaró que explotar el petróleo subyacente en el mar lo que menos haría es bajar los precios de la gasolina, pero sí que complacería las apetencias de las compañías petroleras, quienes ya se embolsan millones de dólares en beneficios. Un regalito, pues. Definitivamente, George W. Bush anda desesperado, y eso es peligroso cuando se es presidente de los EEUU en sus postrimerías, aunque sea a modo de figurín.
LA ONU CONTRA LA HUMANIDAD
Hace 1 mes
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