Los abogados salieron hoy a protestar lo que consideran una intromisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en los asuntos directivos del Colegio de Abogados. Magnífico, se protesta, hay espacio para ello. ¿Que el TSJ cometió una injusticia con ellos, según reclaman ellos mismos? Bueno, ahí están las calles y las instituciones, como la tuvieron hoy. Se coloca el reclamo y es obligación de todo el mundo responder, si es que el reclamo es fundado, razón de sobra para seguir reclamando, porque ¿quién tendría que calarse que no se le atienda su justa demanda, para el caso que lo fuera en la situación presente, respecto del cual no hago juicios de valor? Lo que es lamentable es la sospecha que siempre enturbia una manifestación contra un poder público cuando se mezclan factores interesados de oposición. ¿Dije oposición? ¿Son los abogados opositores, acaso? Bueno, culpa no tengo de interpretarlo de tal modo. Vea nomás las declaraciones de un gremio de abogados que va, específicamente, al TSJ a resolver un asunto de carácter directivo. La presidenta del Colegio, Ivett Lugo, sin ningún tipo de miramiento dijo que "tenemos que seguir luchando", asegurando que no será la única vez que saldrán a la calle. ¡Qué raro, si todavía el TSJ no se había pronunciado sobre su reclamo y ya sabían que saldrían nuevamente a la calle! Cualquiera diría que son los nuevos estudiantes calienta-calles, según el anhelo político de una oposición que quiere encender el país de cara a las elecciones regionales de noviembre, con el fin de desmoronar la imagen oficial. Es más: no tendría que sorprender que la semana entrante salgan junto con los estudiantes a protestar. ¿Exagero? No creo. Durante la caminata un dinosaurio de la IV República se les unió y dijo que el asunto del TSJ "pudiera ser inicio de intervenciones de otros gremios" (Douglas León Natera, de la Federación Médica). Una reacción en cadena, pues, según segura fantasía opositora, al estilo del paro de Carlos Ortega de 2002. ¿Qué tal? Pero falta más: ya desde temprano los abogados agremiados habían fijado posición respecto de la nueva Ley de Inteligencia y Contrainteligencia, de la que opinaron "decretaría una dictadura en el país". ¡Vaya lenguaje gremial! ¿Se dan cuenta? Poco faltó para que empezaran hablar de inflación, de carestía, de inseguridad, de las elecciones del PSUV, etc, de tal modo que al final ya no se sabría por qué protestan. Supongo que tendrán que cuidar las formas, porque se podría pensar que su protesta no es un acto inocente de un ansiado sueño de inestabilidad política de muchos. Podré apoyar su reclamo (que no digo que lo haga), pero para mí pierde todo sentido el contenido cuando la forma política no se cuida.
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