El panorama alimentario mundial luce aterrador. Cada cinco segundos muere un menor de 10 años por hambre. Hay 850 millones de personas que no tienen qué comer. La FAO precisa que en 37 países se ha desatado una crisis alimentaria. El 75% de los pobres del mundo sobreviven de la agricultura, y el 95% de estos pobres está ubicado en países pobres. ¿Dónde más? ¿Qué está pasando? ¿Es que no da la tierra comida suficiente para alimentar estas bocas? La respuesta es sí. En 1961 se producían 766 mil millones de toneladas de granos en el mundo; para el 2007, después de cuarenta y seis años, la producción se ubicó en 2 mil 300 millones. Es decir, la cosecha se triplicó, lo cual luce normal durante período tan extendido de tiempo. La sorpresa es que durante tal tiempo la población mundial ¡se duplicó nomás!, habiendo proporcionalmente hoy más comida para cada boca. Hoy se generan más huevos, carnes, vegetales y frutas. ¿Entonces −se pregunta uno−? Necesariamente hay que concluir que hay más hambre pero no porque escaseen los alimentos, sino porque los mismos o mal se están concentrando en pocas manos o mal también se están utilizando para otros fines diferentes a la alimentación humana. Una de dos o las dos a un tiempo. ¿No suena familiar eso de "concentrar la riqueza en pocas manos"? ¿No parece ubicarse en el plano del discurso crítico contra el sistema neoliberal, capitalismo salvaje o cómo se le quiera llamar a un mecanismo de la explotación humana? En efecto, allí radica buena parte del problema. Vea lo que dice el presidente del Banco Mundial al respecto, Robert Zoellick, dando soluciones: "que para superar la crisis hay que hacer más de lo mismo, esto es, liberalizar los mercados, desregular la economía, desarrollar nueva tecnología y dar ayuda alimentaria" ¡Coño, están matando gente y siguen halando para su lado! ¡El libre mercado es la panacea! La libre competencia entre grandes millonarios sobre la pobreza y el hambre. Las transnacionales de los alimentos, como la Cargill, Nestlé, Unilever reportaron casi 100% de ganancia a principios de año. A diferencia de los países ricos, la gente de los países pobres llegará a pagar un 80% más por las importaciones de sus alimentos. ¿Qué tal? El otro rollo del problema es que los granos ahora se usan para alimentar motores, no gente. Para producir un kilo de carne de res se requieren ocho de cereales, pero semejante energía de granos parece haber encontrado mejor aplicabilidad como biocombustible. ¿Tétrico, eh? La cosa luce pesarosa cuando se suman China e India como gigantes consumidores, cuando el calentamiento global está a la mano, afectando la agricultura, y cuando el salvaje modelo económico mundial luce reacio a un cambio. (Para más detalles: vea el excelente artículo de Luis Hernández Navarro: "Asesinato en masa en países en desarrollo". Allí se describe más ampliamente la muerte).
LA ONU CONTRA LA HUMANIDAD
Hace 1 mes
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